La Tebaida
Quindio, Colombia, 2018 | Concurso público, mención de honor, 24.000 m2 | Anteproyecto para el diseño del espacio público en La Tebaida, Quindío: Plaza de Bolivar, Plaza Nueva (Luis Arango Cardona) y sus conexiones.

Design: Diego Bermúdez Obregón

Design Team: Arq. Diana Barrera Salazar, Arq. Santiago Izquierdo, Arq. Juan Camilo Ortegón, Arq. Jaime Barrera

Para revitalizar el centro de La Tebaida, es necesario plantear la pregunta de cómo funciona el nuevo centro peatonal y qué oportunidades aporta para el futuro de la ciudad. La Tebaida duplicará su población y es necesario entonces plantear desde hoy una ciudad organizada, verde, saludable, competitiva y bella.

Para mejorar la accesibilidad y circulación de habitantes y visitantes a La Tebaida es necesaria la pacificación de las vías aledañas a las plazas (calle 13, carrera 5 y calle/ calle 11, carrera 9 y calle 10) y la peatonalización de las vías que sirven como antesala a espacios de mayor importancia en el pueblo; la carrera 6 respondiendo a la gran cantidad de personas que convocan lugares como la iglesia y la alcaldía, y la carrera 8 promoviendo la plaza de mercado como espacio esencial para la actividad pública. Los circuitos de circulación se reorganizan para mejorar la movilidad tanto del transporte público como privado. Las áreas de parqueo se reubican para responder al nuevo esquema de movilidad que le da prioridad al peatón.

La Tebaida tiene la responsabilidad de integrar las quebradas La Jaramilla y La Tulia a su tejido urbano, convirténdolas en un atractivo turístico que aumente su competitividad y a la vez promueva la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente.


Un circuito de vegetación que surge de las trazas de espacios verdes, disponibles, públicos, recreativos y contemplativos también funciona como un sistema de manejo de aguas que permite regular las crisis que se avecinan con el cambio climático. Además, esta nueva red verde permite mantener un territorio vivo y saludable, mejorando la calidad de vida de los habitantes.

Proponemos un aumento significativo del área destinada a peatones con respecto al área destinada a vehículos de motor. Pasamos del 50% hoy al 90% en el proyecto. Esto quiere decir que de los 10874 m2 con los que cuenta la plaza de Bolívar, hoy 5060 m2 son para carros y en el futuro puede ser solo 1035m2 vehiculares, dejando 9839 m2 para peatones, nuevas actividades, eventos y el refuerzo de la arborización.

Las áreas de parqueo son replanteadas, dándole prioridad al transporte público y creando zonas azules en las calles aledañas a las plazas para los carros particulares.


Siguiendo las trazas de arborización, usos, aglomeración de personas y actividades diversas, proponemos dos espacios públicos de carácter diferente, igual de importantes para una ciudad que llegará a tener 40.000 habitantes en poco tiempo. La Plaza Cívica (Bolívar) y el parque (Plaza Nueva), más íntimo y más diverso.

La Tebaida tiene la ventaja de poder dejar entrar el paisaje cafetero hasta el corazón de la ciudad, sin ser parte de la denominación de la UNESCO. Por medio de vías principalmente peatonalizadas o pacificadas, conectadas a las quebradas de la Jaramilla y la Tulia, es posible hacer un circuito natural, peatonal y turístico que rodea La Tebaida a manera de anillo verde haciendo de este un territorio vivo.

Para esto es necesario repensar los senderos ecológicos de las quebradas y promover una conexión con espacios públicos diversos, bien diseñados y atractivos.


Por medio del entendimiento de la estructura vial y de llenos y vacíos de la tebaida se revelan una serie de oportunidades urbanísticas para la ciudad, que mejoraran la habitabilidad del territorio.

El hecho de conectar espacios abiertos, por medio de vías arborizadas permite tener un marco de ciudad amable y atractiva.


Este nuevo sistema de espacio público permite a La Tebaida ser un nuevo polo de atracción turística poniendo en valor su estructura existente.


Este pequeño proyecto resulta interesante dentro de la obra de Bermúdez Arquitectos porque deja de nuevo en evidencia una característica de su propuesta arquitectónica que busca integrarse y complementar el entorno, no a partir de una propuesta conservacionista o “museística”, sino muy por el contrario, con un claro interés por dotar a las edificaciones preexistentes de nuevas herramientas que les permitan seguir cumpliendo su función según las necesidades del momento. Este es un delicado proceso en el que se deben respetar y conciliar las características propias del edificio existente y de su entorno, con la incorporación de los nuevos requerimientos espaciales, estructurales o en este caso ambientales, que de esta manera asegurarán su refuncionalización y por consiguiente su conservación. Es un punto de inflexión importante frente a esa arquitectura de la modernidad que en su momento se fue cargando de contenidos cada vez más reactivos contra toda manifestación de conservadurismo formal. Origen de la consabida imposibilidad natural de hacer una arquitectura moderna integrada a contextos históricos, ya que su naturaleza se tenía que presentar como contrapuesta frente a ellos. En contraste, la posición de Bermúdez resulta antagónica y su trabajo se muestra muy efectivo al momento de intervenir contextos urbanos consolidados, como el campus de la Universidad de los Andes, situación que se explica por la aplicación juiciosa de las consideraciones técnicas, de uso y lugar que incorpora dentro del proceso de cada proyecto.


Con la determinación de conservar el inmueble, se tomó la decisión de mantener su apariencia exterior, adosándole un volumen circular semienterrado sobre el costado norte, en el que situó la nueva biblioteca. La biblioteca es de estantería abierta, con un mezanine y se ilumina cenitalmente. En la cubierta de esta situó un “techo verde”, que logra mimetizar con éxito la intervención, al tiempo que se integra y complementa el volumen existente.

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