Jefe de diseño: Daniel Bermúdez
Equipo de diseño: Jaime Romero, Adolfo Sastre, Plinio Bernal, Mauricio Medina, Andrés Rodríguez
Calculo Estructural: Hernán Sandoval
Diseño Eléctrico: Jaime Sánchez
Seguridad y Control: AGR, Antonio García Rozo.
Diseño Acústico: ADT, Daniel Duplat.
Tráfico Vertical: Rafael Beltrán
Cualquier edificio situado en este lugar podría alterar la histórica visual que desde el Eje Ambiental, ahora peatonal, se abre sobre el boquerón natural conformado por los cerros de Guadalupe y Monserrate, sobre el que desciende el río San Francisco. Intervenir en un lugar con estas delicadas y frágiles condiciones urbanas representaba un reto, aún mayor si se tenía en cuenta que el edificio planteado en el concurso debería albergar alrededor 36.000 M2 en un predio de 6.500 m2, área que representaba el 50% del total construido a la fecha en el campus que posee una extensión de 5 hectáreas.
La propuesta divide el proyecto en tres edificaciones por considerar que las características de uso de cada una de ellos les permitía adoptar una forma distinta de relacionarse con el entorno. Se logra con ello reducir la imagen compacta y maciza que se intuía de la densidad propuesta por las bases del concurso. Un volumen de diez niveles para la facultad de Ingeniería, que se sitúa en el extremo norte del predio, en el sentido norte sur, con el fin de que al ser más alto evita obstruir la visual urbana sobre el boquerón del río San Francisco; otro de cinco pisos para la biblioteca y el auditorio de planta cuadrada y finalmente otro de cinco niveles para la sala de exposiciones que se convierte en el lugar de contacto entre la universidad y la ciudad y que se abre sobre el parque José María Espinosa.
La verdadera fuerza del proyecto radicaba en la respuesta urbana que planteaba y que sin duda hubiera reforzado mucho la relación de la universidad con el entorno, al tiempo que hubiera permitido el desarrollo en altura de este predio sin alterar irremediablemente la imagen urbana de este lugar que se encuentra presente en la memoria de los bogotanos desde tiempos inmemoriales. Al final, el jurado no supo apreciar estas consideraciones y el resultado formal de la propuesta elegida terminó por modificar el paisaje urbano y no logró vincularse ni con el campus, ni con el resto de la ciudad.